Estudiantes e instructores de la EAP visitan lugar del siniestro del Douglas DC3 hace 50 años.
Los estudiantes e Instructores de la EAP visitaron el lugar del siniestro hace 50 años, donde pudieron conocer detalles técnicos del accidente y parte de la historia de la aviación en Pastaza.
Instructores y estudiantes de la Escuela de Aviación Pastaza visitaron el lugar conocido somo Sinai en la provincia de Pastaza, donde El 14 de marzo de 1974 el avión Douglas C-47-DL (DC-3) de propiedad de ATESA después de despegar del Aeropuerto de Macas se estrelló a las 16H30, solamente sobrevivió Don Luis Fausto Vilema, cabinero a bordo. El avión fue tripulado por el Capitán Erasmo Barahona, el copiloto fue el Capitán Wilson Vinueza quienes fallecieron producto del accidente.
La increíble historia de Fausto Vilema sobreviviente de dos accidentes aéreos en Pastaza a bordo del DC3
Bucheli, que por ese entonces tenía buenas relaciones con todas las personas que hacían aviación en la Shell.
La vivaz y suspicaz personalidad de Vilema como lo decían sus compañeros; lo hizo merecedor de ganar rápidamente su confianza y pronto paso a formar parte de las tripulaciones de los DC-3, como cabinero a bordo. Era una época en que los aviones DC-3 tuvieron una gran acogida debido a Ja rápida expansión de capitales de provincia como: Macas, Puyo, Tena, y sus carreteras que estaban en pleno desarrollo; además la explotación petrolera continuaba. Fue así que en uno de esos vuelos desde Macas para Ambato.
Habíamos salido para Macas; para aprovechar el tiempo, pero apenas llegamos, avanzamos aterrizar y el tiempo se cerró por completo. Tuvimos que esperar en la pista que por esos años era de lastre y no era la ideal, para la operación. Pero estos vuelos de carne, se los realizaba bien seguido debido a que la carne en Macas era bien barata, y los comerciantes de esa época ya sea del Puyo, o de Macas; sacaban para pagar el vuelo y aparte les quedaba un buen dinero.
La carga estaba ya en el avión, lista, y asegurada; eran en total, quince cabezas de ganado; estaban ya despostadas; incluidas varias lonas que contenían las viseras, patas, cabezas de las reses; además estaban cuatro pasajeros que eran los dueños de la carne, al mando del avión se encontraba el Cap. Erasmo Barahona, de nacionalidad Colombiana; era bastante mayor tenía como setenta años para esa época. De copiloto estaba el cuñado del Cap. Flor un Capitán de nombre Wilson Vinuesa.
Eran la las cinco de la tarde; y la presión para que la carne no se dañe era bastante, según los reportes la Shell y el paso Baños ya se habían despejado, el Cap. dio la orden de abordar, los pasajeros se acomodaron un poco mas delante de la carne, yo me senté justo atrás del piloto en un asiento que era del Ing. de vuelo, pero nosotros solo volábamos tres como tripulación.
Despegamos sin ninguna novedad; los motores eran nuevos todavía; y las cinco mil libras de carga no afectaron al DC-3 para que se elevase sin ningún contratiempo; estaba bien limpio el cielo, solo a lo lejos se veía un colchón de nubes; que al parecer estaba bien alto; a medida que nos íbamos acercando el copiloto que estaba al mando, no se elevo lo suficiente y entramos en nubes, en el colchón de nubes que estaba a nuestra misma altura; que nos impidió la visibilidad por apenas un par de minutos; fue ahí en ese preciso momento que hubo un gran estruendo; habíamos topado con la copa de los arboles.
Del golpe, el Cap. Barahona tomo el mando del avión; rápidamente, halo la cabrilla y comenzó la emergencia, al parecer las hélices estaban destrozadas; no se podía continuar; yo en ese preciso instante del primer impacto avance a gritar, "Jesús Ayúdame". A continuación el Cap. Barahona, avanzo; creo que con las justas; apagar todo, por que el avión se clavo y hubo un gran estruendo. Luego obscuridad total.
Yo no perdí la conciencia, estaba despierto; pero no podía moverme, solo con la mano derecha; apenas pude darle espacio, a mi cara para poder , mover nada más; todo era negro; yo gritaba pidiendo ayuda; pero nadie respondía. Toda la carne me estaba aplastando, y estaba enterrado vivo De pronto, me vi caminando solo, en una planicie sin ningún obstáculo, al final vi alguien que se me acercaba; vestía una túnica, tenia barba y las manos lastimadas a la altura de las muñecas.
Me dijo: Vilema todavía, no; regresa, y ahí desperté. Pero seguía oscuro y por el frió presentí que ya era de noche. Yo podía oír todo; los grillos, los pájaros, los bichos que se arrastraban y comenzaban a invadir el avión, seguía gritando pidiendo ayuda pero sin respuesta; creo que fue de madrugada cuando el copiloto Cap. Vinuesa, dijo: Vilema; anda a pedir ayuda que no me puedo mover, corre que estoy herido; no puedo mi capitán yo también estoy atrapado.
Amaneció y yo seguía despierto; escuche a los aviones que cruzaban y pasaban; que desesperación padecí en esos instantes ¡Dios Mío! paso otra eternidad hasta que al fin. Oía voces y las fuerzas no me fallaron; grite con todas las fuerzas y me contestaron; eran los militares que venían al rescate, comenzaron a quitar toda esa carne que nos tenia aplastado y claramente yo escuchaba. "cuidado que por ahí hay uno vivo". La la borde rescate empezó a las dos de la tarde que hallaron el avión y a mí me sacaron bien tarde; que ya no pudimos salir en helicóptero.
Pasamos la noche en unas chozas de los indígenas Shuar; me llevaron en camilla, caminando a través de la selva, el tiempo; no lo recuerdo pero me llevaron eso si con mucho cuidado porque yo había sido el único sobreviviente; seguía sin poder moverme; me dolía todo el cuerpo, no podía orinar, ni siquiera pude dormir; pase otra noche en vela. Salimos al día siguiente en el helicóptero del ejército; mi madrecita que me creía muerto, lloro de felicidad al verme vivo y sin ningún hueso roto; solo en la frente tuve un corte; Jesús me había salvado.
Pensé seriamente en retirarme porque me daba miedo volver a volar, fue cuando el Cap. Carlos Sánchez que había sufrido un accidente serio; meses atrás, me dijo; Vilema eres Sobreviviente; yo también lo soy; ¿volemos juntos que te parece...?. Eso me animo y volví a subirme esta vez, a otro DC-3; el Atesa cero nueve.
Volamos casi un año sin ninguna novedad, hacíamos vuelos de carga, de pasajeros, hacia el interior, hacia la sierra, en uno de esos vuelos para la ciudad de Ambato que nosotros hacíamos tres vuelos por semana; porque la Cía. Inca estaba construyendo la ampliación de la carretera Puyo Baños y no había paso en carro para la ciudad de Ambato; era un día miércoles, el vuelo estaba previsto salir a las diez de la mañana; pero las condiciones de tiempo eran malas, y el vuelo se retraso para las tres de la tarde.
Seguía una leve llovizna sobre la Shell; a la altura del paso Baños, apareció un pequeño claro bien arriba; señal suficiente para que el Cap. Sánchez, diera la orden de fuera calzos y dijo: Vilema saca el seguro de las llantas que nos vamos; eran las tres de la tarde, al paso, seguí la orden y créame que ahí; en ese mismo instante de salir corriendo; me caí, me levante enseguida, saque el seguro que tienen los DC-3 en las llantas para poder subir los trenes; y al momento de subir al avión que yo lo hacía; ya sin escalera por que la escalera la tiraba para adentro; ahí mismo otra vez al suelo; y dentro del avión ya para acomodarme; me fui para la cola pensando en el otro accidente; la cola había quedado intacta; me fui para los últimos asientos, estaba por llegar y otra vez al suelo; Jesús me estaba avisando y uno necio ¡no hizo caso!,
Me acomodé al lado del señor Montero; quien iba con su hijo Darwin que era un niño pequeñito; en la última fila; íbamos conversando; me contaba que a la vejez viene a subirse en un aparato de estos. Pero la necesidad lo obligaba, la charla era amena. El DC-3 se enfiló para la pista uno dos ; ósea la que da para él te; eso le daba tiempo de ir para la selva, rumbo como quien va para Montalvo; tomar altura y volver con el rumbo correcto a una altura segura.
Una vez en el aire ya no se vio casi nada; el avión cada vez más se ¡va elevando; la altura no la sé; por que como dije yo iba atrás; fue como veinte minutos más o menos que al pasar por arriba de la Shell apenas reconocí la pista, seguía el mal tiempo. Eso es lo último que recuerdo; de ahí me cuentan que yo desperté después de ocho días como loco gritando en el hospital Vozandes tenía roto el tendón de una pierna que hasta ahora no me deja caminar; aparte de eso nada más. Otra vez Jesús me salvo; y eso que esta vez me anuncio.
Fue toda tan rápido que nadie se dio cuenta lo que realmente sucedió; el Atesa cero nueve, se estrello en la ladera de un monte de once mil pies de altitud a la altura del pequeño poblado de Rio Blanco ligeramente desviado al lado derecho de la ruta; la mayoría de Ocupantes murieron instantáneamente; según versiones de los sobrevivientes, Vilema fue el que más gritaba; estaba fuera del fuselaje destruido del avión atrapado por una de la alas; había personas que se quejaban; cuando de pronto se levanta entre los heridos un señor León de Mera; que parecía que estaba lucido pero con una furia indescriptible comienza a maldecir a Vilema, y lo golpea; amenaza con matarle inclusive; la desorientación por el golpe del accidente y al parecer una lesión gravísima en la cabeza; del señor León lo hacía perder la razón; al encontrar a Vilema que seguía gritando; y estando a punto de cometer una locura, se desploma y cae muerto; sobre Vilema; la cabeza de León, estaba atravesada por un pedazo de tubo que se incrusto el momento del accidente.
Al amanecer del día siguiente los rescatistas del ejército; entre los que estaba Don Segundo Rivadeneira en ese entonces; él era paracaidista; llegaron a las ocho de la mañana, el tiempo mejoro considerablemente, el helicóptero primero saco a los sobrevivientes, luego se dio la penosa tarea de sacar a los cadáveres. Vilema por poco se queda atrás porque pensaron que ya estaba muerto.
En total se perdieron veinte vidas; entre los sobrevivientes se puede nombrar al peque Montero, a un señor de la aviación civil Parra, la señora Duche de Mera, Antonio Za de Puyo y Luis Fausto Vilema; Cabinero de Atesa
Después de ese terrible accidente; Aero Taxis Ecuatorianos Sociedad Anónima ATESA; se vio seriamente afectada en toda su operación; paso algún tiempo y tuvo que darse en banca rota; al cabo de un tiempo sus acciones fueron vendidas a otro dueño y con el pasar de los años volvió abrir sus operaciones; lamentablemente Atesa ahora ya no existe.